Preámbulo
Crujió la puerta de la habitación. Se ocultó en la oscuridad de la noche. Agachado, para no ser visto, cerca de la cama donde dormían sus padres, Andrés, el segundo hijo de un joven matrimonio, dijo en voz baja, para no despertar a su madre:
—¡Papi!, ¿estás dormido? ¿Puedo subir?
A lo que su padre contestó, en voz baja.
—¡Shshshsh…! ¡Sí, vente!
El niño de cinco años, de tez clara, de rizado y dorado cabello, al oír tal cosa, esbozo una sonrisa. Se apresuró a subir, ágil pero sigilosamente, a la cama para no despertar a su mamá. Acomodándose entre sus padres, de inmediato, se durmió.